Escribo para salvarme a mí mismo.

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Distrito Federal, Mexico
Toma mucha desesperación, insatisfacción y desilusión escribir unos pocos buenos poemas. No es para todo mundo, tampoco el escribirlos o incluso leerlos

4 de junio de 2009

Reencuentro con la poesía.

Renuncié a la pluma y a la hoja en blanco para dejar mi cuerpo a merced de complejos audiovisuales sin sentido. Y así pasaron muchos años.

Pude resistir con éxito sin quejarme y mantener la cautela en momentos impredecibles. Fuí testigo de la orfandad entre vivos y muertos, aprendí sin querer el lenguaje de la noche, de los pasos acelerados ansiosos de llegar a ninguna parte, a una inútil muralla unidimensional. Fuí testigo de las falsas sonrisas que ocultan astutamente verdaderos motivos de agonía, fuí testigo de las hojas secas que caen tardíamente en las frías aceras invernales.

Ví pasar hombrecitos cabizbajos con los labios partidos y los penes erectos. Vi pasar, detrás de ellos, a mujerzuelas con las medias rotas y las tetas caídas. Fuí testigo del esplendor de la mentira y el odio en sus distintas facetas. Reté valerosamente al tiempo sin mirar antes el reloj, el cielo o el curso de los días, sin mirarme siquiera al espejo y descubrir mi amorfismo sintético.

Renuncié a la pluma y a la hoja en blanco. Renuncié al estúpido ejercicio de la pronunciación y el deletreo de la omnipresente agonía a cambio de una nada en donde no me encuentro. He quedado varado en esta superficie que yo mismo elegí. Permanezco estático sin el autoreconocimiento de los mortales, sin la misericordia de la noche.

Tengo que concluirlo hasta aquí. Las palabras están ofendidas conmigo por esta infamia. Espero recuperar su confianza. Mientras eso ocurre, les ofrezco un "lo siento" y un "let´s go", de preferencia en close up y en primer plano, y si es en blanco y negro, mucho mejor.