Escribo para salvarme a mí mismo.

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Distrito Federal, Mexico
Toma mucha desesperación, insatisfacción y desilusión escribir unos pocos buenos poemas. No es para todo mundo, tampoco el escribirlos o incluso leerlos

5 de julio de 2008

El fin de un breve romance.

Esta vez
lo intenté de pie.
Normalmente no funciona,
pero ahora parecía que sí…

Ella no dejaba de decir
«¡Oh, Dios, tienes unas
piernas maravillosas!».

Todo estaba bien
hasta que levantó los pies
del suelo
y atenazó mi cintura
con sus piernas.

«¡Oh, Dios, tienes unas
piernas maravillosas!».

Pesaba como 70 kilos
y se colgó de mí
mientras yo hacía mi labor.

Fue cuando acabé
que sentí un dolor
subiendo por la espalda.

La empujé al sofá
y caminé por la habitación.
El dolor seguía.

«Mira», le dije,
«mejor vete,
tengo que revelar algunas fotos
en el cuarto oscuro».

Se vistió y se fue.
Yo fui a la cocina
por un vaso de agua,
tomé el vaso lleno
con la mano izquierda.
El dolor se extendió
detrás de mis orejas
y se me cayó el vaso
que se hizo pedazos
en el piso.

Me metí a la tina llena
de agua caliente y sales.
Comenzaba a relajarme
cuando sonó el teléfono.
Traté de levantarme
y el dolor invadió
mi cuello y brazos.

Me agarré de unos tubos
y salí
con la cabeza llena
de manchas luminosas
verdes, amarillas y rojas.

El teléfono seguía sonado.
Descolgué.
«¿Bueno?»

«TE AMO», dijo ella

«Gracias», le dije

«¿Es todo lo que tienes que decir?»

«Si».

«Come mierda», dijo
y colgó.

El amor se acaba, pensé,
mientras regresaba al baño,
más rápido incluso
que el esperma.

Charles Bukowski.

Esta noche.

«Tus poemas sobre tus mujeres perdurarán
50 años después de que ellas se hayan ido»,
me dijo mi editor por teléfono.

Querido editor:
parece que las chicas
ya se han ido.

«Sé cómo te sientes».

Dame una mujer de verdad
que esta noche cruce la
recámara hacia mí
y te doy todos los poemas
que quieras;

los buenos,
los malos
o cualquiera que escriba
después de éstos.

«Sé cómo te sientes»

¿Sabes cómo me siento?

Charles Bukowski.

Yo.

«Las mujeres no saben amar»,
me dijo.
«¿Tú sabes amar?»
«Pero las mujeres sólo quieren chupar sangre».
«Lo sé, porque soy mujer».

Ja, ja, ja, reí.

«Así que no te preocupes por haber roto
son Susan,
porque ella le chupará la sangre a otro».

Platicamos largo rato,
después me despedí,
colgué,
entré al baño
y expulsé una buena cagada.

Pensé: «Bien,
todavía estoy vivo,
tengo habilidad para expulsar desechos
de mi cuerpo,
y poemas.
Tan pronto como esto pase
tendré capacidad para superar
traiciones,
soledad,
padrastro,
aplausos,
y las noticias económicas
de la sección financiera».

Entonces me levanté,
me limpié,
me enjuagué,
y pensé:
«Es cierto,
sé cómo amar».

Me subí los pantalones y
me fui al cuarto.

Charles Bukowski.

40,000 moscas

Separados por una tormenta pasajera,
nos juntamos nuevamente.

Buscamos cuarteaduras en paredes y techos
y las eternas arañas.

Me pregunto si habrá una mujer más.

Ahora
40, 000 moscas recorren
los brazos de mi alma
cantando:
“I met a million dollar baby
in 5 and 10 cent store”.

¿Brazos de mi alma?
¿Moscas?
¿Cantando?

¿Qué clase de mierda es esta?

Es tan fácil ser poeta
y tan difícil ser hombre.

Charles Bukowski.

Tregua.

Necesito caminar por una banqueta
en alguna parte,
en una sombreada tarde,
hallar una mesa
fuera de un café,
sentarme
ordenar un trago
y quiero aterrizar en esa mesa.

Entonces
quiero ver pasar a una mujer
con un vestido verde.
Quiero ver pasar a un perro,
un perro gordo
con pelambre corto y café
y ojos juguetones.

Quiero morir sentado ahí.
Quiero morir boca arriba,
con mis ojos todavía abiertos.
Quiero un avión
para volar por encima.

Quiero ver pasar una mujer
con un vestido azul, y
entonces quiero
que ese mismo perro,
de pelambre cortaotra vez.
y café
con ojos juguetones,
pase caminando
Eso será suficiente,
después de los otros
y todo lo demás.

Charles Bukowski.

Pájaro azul

Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir.
Pero soy muy rudo con él,
Le digo: “permanece ahí, no permitiré
que nadie te vea”.

Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir,
pero yo derramo Whisky sobre él
e inhalo humo de cigarrillo,
y las putas y los cantineros
y los despachadores
nunca saben
que él está ahí.

Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir,
pero soy muy rudo con él,
le digo: “¿quieres importunarme?
¿quieres fastidiarme el trabajo?
¿quieres acabar con la venta de mis libros
en Europa?".

Hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir,
pero soy muy astuto,
tan sólo le permito salir
algunas veces de noche,
cuando todo el mundo duerme.

Le digo:
“Sé que estás ahí,
así que no estés triste”.

Entonces lo pongo de regreso,
y él canta un poco,
no lo dejo morir,
y dormimos juntos en un pacto secreto.

Y creo que está demasiado bien
hacer a un hombre llorar,
pero yo no lloro,
¿tú lo haces?.

Charles Bukowski

El crujido.

Demasiado, muy poco
muy gordo,
muy delgado
o nadie.
Risa o lágrimas,
rivales o amantes.

Extraños con rostros
como el reverso
de los dedos pulgares.

Ejércitos corriendo
entre calles sangrientas
agitando botellas de vino,
acuchillando y cogiendo con vírgenes.

Un viejo en un cuarto barato
con una fotografía de M. Monroe.

Hay una soledad tan grande en este mundo
que puedes verla en el lento movimiento
de las manecillas del reloj.
La gente está cansada,
mutilada
por el amor o el desamor.

La gente no es buena con la demás,
el uno al otro.

El rico no es bueno con el rico,
el pobre no es bueno con el pobre.
Tenemos miedo.
Nuestro sistema educativo
Nos dice que todos podemos a llegar a ser
Ganadores de culo grande.

No se nos dijo de los atrevidos
o los suicidas
o del terror de una persona adolorida,
en un lugar solitario,
intocable,
indecible.

La gente no es buena con la demás.
La gente no es buena con la demás.
La gente no es buena con la demás.

Y supongo que nunca lo serán,
y no les pido que lo sean.

La cuenta suspenderá,
las nubes nublarán,
el asesino decapitará al niño
como si diera una mordida a un cono de helado.

Demasiado, muy poco,
muy gordo,
muy delgado
o nadie.

Más rivales que amantes.
La gente no es buena con la demás.
Tal vez si lo fueran
nuestras muertes no serían tan malas.
Mientras tanto, miro a las jovencitas
codiciadas, flores de oportunidad.

Debe haber una manera,
seguramente debe haber una manera
en la que todavía no hemos pensado.
¿Quién puso este cerebro en mí?

Él llora,
él pide,
él dice que hay oportunidad.
Ésta no dirá no.

Charles Bukowski.